Por Katherine Castañon
@k4t4

Un efecto replicador ocurría en todas las redes sociales, el viernes pasado. Una a una, las personas comenzaban a actualizar sus estados. Uno a uno, todos y cada uno comenzaba a colocar #PrayForParis. Si estabas en redes sociales, en menos de dos horas, ya sabías que es lo que había ocurrido. Y tú también estabas compartiendo.

El ataque a París era un tema que había dado la vuelta al mundo. Las naciones se solidarizaban colocando sus monumentos en colores de la egalité, fraternité y la liberté. Las personas también lo hacían, al día siguiente, cambiando sus fotos de perfiles. Pronto la bandera francesa comenzó a plagar en Facebook.

Hasta que se comenzó a difundir un nuevo tipo de mensaje.

«¿Y qué con la bandera Siria?«, «Son puros poseros«, «Deberían pedir por todos«, «¿Cómo si ellos se fueran a solidarizar con las víctimas del friaje?» Nuevamente. Uno a uno, poco a poco, todos comenzaban a abandonar la bandera francesa. Regresaban a su estado anterior o a un pensamiento que vaya en sintonía con el nuevo sentir de su ambiente social.

Una de los muchos artículos que comenzaron a ser compartidos.

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Pero saben, todo esto tiene una razón de ser. Una razón de ser que habita en tu sistema en muchas cantidades; una llamada neurona reflejo. Estas neuronas son las que generan que un individuo imite la acción de otro y tiene un efecto multiplicador.

¿Imaginen este efecto utilizado por el marketing y la publicidad?

Por medio de unos pocos que comiencen una acción —un hábito por ejemplo—, podrías generar un contagio social. Es decir, si estamos realizando una campaña social, en cuanto un grupo comience a realizar una acción particular, otros individuos comenzarán a imitar esta misma acción.

Les comparto esta entrevista al descubrir de tan importantes células: